HUELLA DE MONTAÑA EN EL KILIMANJARO

Como parte del proyecto 7 CUMBRES / Colombia en las Cumbres del Mundo, cuyo propósito es alcanzar los puntos más altos de cada continente. Ana Isabel Bustamante Delgado y Yo, Nicolás Díaz Bayona, en representación del Equipo de Alta Montaña – Huella de Montaña, partimos el pasado 16 de enero desde Medellín a la ciudad de Arusha en Tanzania – África, para comenzar lo que fue nuestra segunda Expedición continental.

El 20 de enero partimos hacia el Parque Nacional del Kilimanjaro para recorrer la ruta Lemosho que inicia en Londorosi Gate a 2.000 msnm en el flanco oeste de la Montaña y que durante 7 días recorre los 65 km y casi 4.000 mts de desnivel para alcanzar el pico Uhuro del Monte Kilimanjaro a 5.895 msnm.

Técnicamente para un Montañista experimentado el Monte Kilimanjaro con sus 5.895 msnm y por el tipo de rutas disponibles, puede catalogarse como un trekking de altura, pero indudablemente una travesía inolvidable que recomendamos ampliamente tanto a Montañistas con un basto recorrido como a aquellos con algo de experiencia que quieren tener su primer acercamiento con una gran Montaña y ascender a una de las 7 cumbres continentales.

NO ES EL NIVEL, ES LO QUE LO DISFRUTAS
– Viajarás al Kilimanjaro, veo que estás entrenando poco!
– Así es, es una Montaña fácil, bajamos a la mitad los entrenamientos.
De esa manera le respondía al que comparaba el entrenamiento para la Expedición al Kilimanjaro del 2016 con el que tuvimos para la Expedición al Aconcagua 2015 (donde logramos la cumbre 6.962 msnm el 29 de enero) , con esa arrogancia que a veces se cuela en el lenguaje de cualquier Montañista, que se pega como el barro en las botas y se queda como la arena en los rincones más esquivos de nuestro morral, que ensucian, manchan y degradan.

Pero en octubre de 2015, a tres meses de nuestra expedición sufrimos un aparatoso accidente vehicular al retornar de un entrenamiento en el Volcán Nevado del Tolima. Durante la recuperación, comencé a entender realmente y a vivir en carne propia que como Montañistas no podemos clasificar una Montaña como fácil o difícil, simplemente nosotros somos los que estamos en una buena o mala condición para enfrentarlas, eso las convierte en fáciles o difíciles pero en una medida individual, no colectiva.

Ellas  simple y complejamente son y seguirán siendo Montañas. Es un error no darle el respeto que se merece a un Monte como el Kilimanjaro, como a cualquier otro en el mundo, simplemente por su baja dificultad técnica, pues allí también han muerto personas tratando de alcanzar un sueño.

O no darle el respeto que se merece porque es necesaria la compañía de un equipo de apoyo, y esto es una piedra en el zapato o en la bota para muchos Montañistas, que nos puede fastidiar el ego, costumbre o tradición de desenvolvernos solos en la Montaña. Algo con lo que estamos de acuerdo y podremos vivir en otro momento, pero en este caso nosotros nos sentimos orgullosos de vivir con su gente y sudar junto a ellos cada día un ascenso en su territorio.

Las Montañas no solo están hechas de rocas, nieve y hielo, las Montañas también somos las personas que las habitamos. Más allá de hablar detalladamente del itinerario del ascenso al Kilimanjaro, hay experiencias que amerita recopilar de otra manera, que no son cuantificables, medibles ni óptimas para un diario de ruta, ni mucho menos registradas por un GPS.

La ruta Lemosho, la más larga de las disponibles para subir al techo de África, fue ideal para nuestra aclimatación, nos permitía ganar progresivamente una altura razonable y exigirnos al menos en días lo que no nos ofrecía en dificultad técnica, recuperaríamos así la confianza en nuestro rendimiento físico que casi nos arrebata el accidente del Tolima.

Luego de los dos días iniciales que nos recibieron con lluvia y cielos cubiertos, al amanecer del tercer día pudimos ver la única Montaña Free Standing en el mundo, inmensa, y como cualquier otra Montaña, indiferente a nosotros, pero nosotros listos para ella. Pero ante lo que incluso ni la misma Montaña podría ser indiferente, es ante aquellos porteadores africanos que más bien parecían extensiones del equipaje que llevaban sobre sus cabezas y espaldas, admirados y perplejos quedamos ante la fortaleza física que ellos tienen.

Más que por las lluvias creo que este paisaje y sus alrededores están verdes y fértiles por el sudor que esta raza africana ha derramado en estas tierras, hijos de sus entrañas, del suelo que parió la especie humana, donde muchos venimos a esforzarnos por placer.

Los días pasaban entre risas, cada vez nos compenetrábamos más con el equipo logístico, que poco a poco los sentíamos como parte de HuellaDM. Sister and Brother from another mother (hermana y hermano de otra madre) nos decía nuestro guía Festo, pero le dije que éramos todos hermanos de una misma Montaña.

CUMBRE, HUELLA DE MONTAÑA! Gritamos el 25 de enero a las 8:30 am (TZA) sobre el Uhuro Peak del Monte Kilimanjaro a 5.895 msnm. Luego de 6 días de ascenso, 5 horas y 30 minutos que nos tomó el ataque a la cumbre el día final. Aún repletos de energía dos africanos y dos colombianos brincábamos abrazados como niños sobre la arena a nivel del mar.

Soportamos el frio y los fuertes vientos en el último tramo, pero nos alegró haber sido bendecidos e iluminados en el trayecto a la cima, por la luna llena que brilló como un inmenso disco de plata y un amanecer como solo África podría ofrecernos, con un sol que emergía desde las oscuras nubes, como si una esfera bañada en oro fuera sacada de una negra caldera.

El Kilimanjaro, el punto geográfico más alto de África, es parte ahora de nuestros objetivos cumplidos en el proyecto 7 Cumbres de Huella de Montaña, junto con el Aconcagua, se convierte en experiencia ganada que nos abre paso en el duro ascenso a ser mejores Montañistas, personas y compañeros de equipo, e indudablemente amigos que habitan en las alturas. El Monte Kilimanjaro no es una Montaña fácil; es difícil de despedir, de olvidar y de dejar atrás.

Nicolás Díaz Bayona

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